Técnica, táctica y estrategia
Al llegar a su madurez deportiva, el origen de cada corredor marca un estilo propio,cargado de historia la cual dependerá de un conjunto de factores que tendrán que ver con su hábitat deportivo, su ciclismo y el contexto donde este se desarrolla. El ciclista argentino cuenta entre sus recursos con la cualidad de ser un corredor inteligente, con capacidad de lectura de carrera y planificación, una habilidad propia del ciclista nativo que se formó en el circuito nacional y que destaca en el exterior por su picardía especial.
Todos los deportes, ya sean individuales o en equipo, requieren de técnica, táctica y estrategia. En el caso del ciclismo estos dos últimos elementos se ubican en un lugar tan importante como es el factor físico y la técnica. Nuestro país, se caracterizó por tener una lista destacada de corredores que, valiéndose de su picardía, de su estilo netamente argentino, lograron hazañas como la conquista de campeonatos internacionales como mundiales u olimpíadas.
Es el caso de nuestros actuales campeones olímpicos Juan Curuchet y Walter Perez, éste último corredor cuya inteligencia y lectura de carrera es implacable y destaca sobre la media. O citando también la lectura del articulo anterior donde Sebastián Donadío relata lo vivido en su gira mundial, participando en el prestigioso calendario internacional de carreras de “6 Días”, teniendo que valerse de esa habilidad argentina que pone a rodar en el pelotón la experiencia disfrazada de astucia, para dar guerra a equipos conformados con los mejores pisteros del mundo.
Nación de medios fondos
No es un dato menor, que la mayor parte de estos logros se den en pruebas de medio fondo, ya sean puntables, madison, scratch o pruebas de eliminación, y no en aquellas donde la carrera se disputa contra un reloj en donde de poco vale la astucia y la magia argentina. Mas allá de contar con una carencia en el área de velocidad por falta de población, calendarios y conocimientos sobre la preparación de estos especialistas, en las pruebas contra el reloj del área de fondo (crono de ruta, persecución individual o por equipos en la pista) también hacemos agua en el medallero. Es así que en el área de las pruebas de medio fondo (criteriums, carreras de circuito, etapas de ruta planas cortas, y las especialidades de fondo en pista), el condimento de la táctica y estrategia entra en juego abriendo las puertas del triunfo o la derrota en lapsos de tiempo casi fugaces. La capacidad de lectura de carrera en la cual el corredor percibe analiza, decide y lleva a la acción usando y administrando sus recursos, sin dejar de poner a cada pedaleada un toque de aquello de donde proviene su ciclismo, su propio estilo como corredor, son sin duda los factores determinantes en la definición competitiva.
Las raíces del ciclismo argentino provienen de las carreras llamadas “circuiteras”, allí la totalidad de las categorías se hacen presente en esos festivales donde la particularmente única en el mundo “pistera con freno y piñon libre” sale a escena dando espectáculos cada fin de semana.
Anteriormente estas carreras se realizaban en calles de barrio promoviendo los semilleros y generando la afición de los vecinos, pero en el transcurso de los últimos 20 años, fueron reemplazadas por competencias en circuitos cerrados como es el KDT de Palermo, el circuito de Lomas de Zamora, Lanús, el nuevo circuito de Ezeiza y tantos otros situados en distintos puntos del país, conformando así, este estilo particular de hacer ciclismo.
En este contexto, los corredores de nuestro país han adquirido talentos empapados de picardía y astucia, resolviendo situaciones complejas con la rapidez de un destacado jugador de ajedrez. Quizás los principales equipos de elite, frente a las adversidades económicas y motivados por el elemental recurso que significa la premiación en efectivo que les permite subsistir, generan situaciones de carrera que desconciertan los casi transparentes e ingenuos planteamientos tácticos del ciclismo extranjero.
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